Barbie ya no elige zapatos, ahora construye el futuro. 

A principios de los años 2000, como todas las personas de mi edad al llegar a casa después de la escuela, iba directo a la computadora familiar: una cosa grande, pesada y estacionaria que si viéramos hoy nos asustaría. ¿El objetivo? Pasar horas jugando juegos en línea. Aunque me gustaban diferentes, un género popular dominaba el panorama: los juegos de vestir con Barbie, Myscene y Polly Pocket, entre otros personajes similares. Mis amigas y yo estábamos obsesionadas con estos juegos que consistían en que la muñeca en turno tenía algún evento importantísimo al que asistir. Una fiesta ultra glamorosa, una pijamada de alta producción con amigas, o ir de compras al centro comercial. Entonces, había que elegir todo lo que Barbie o Polly tenían que considerar para asistir al evento. Escogía la ropa, los zapatos, la bolsa, el maquillaje, el peinado, el color y forma de las uñas, y a veces también había que elegir qué perro diminuto llevaría Barbie en su bolsa. 

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Estos juegos con los que nos pasábamos tantas y tantas horas entretenidas fueron una parte importante de mi niñez. Los recuerdo con una especie de nostalgia combinada con risa, pero no puedo evitar hacer una analogía entre los mensajes que estos juegos inculcaban y los valores e ideales de la sociedad en que crecí. Cabe mencionar que no tengo nada en contra de Barbie ni las demás; al contrario, con los años han replanteado los mensajes que envían y respaldan y me parece que hoy se han responsabilizado de la corrección política y la representación de manera inspiradora para las niñas y niños que hoy crecen con estos juguetes. 

Mi crítica se enfoca en dos puntos específicos. Primero, que el mensaje social que se enviaba a las niñas era claro: el valor de las mujeres reside en su apariencia física y por tanto es necesario usar la mayoría del tiempo, cuidado y energía en la producción de esta imagen. Esta actividad debe ocupar un espacio principal entre los quehaceres de las mujeres, y por eso se entrenaba desde niñas. Y segundo, este último objetivo de verse “bella” era sumamente restrictivo, opresor, irreal y sobre todo, inalcanzable. Los juegos dirigidos a las niñas de principios del milenio representaban, reproducían y perpetuaban los estereotipos e ideales de belleza hegemónicos de la sociedad: La “belleza” era de piel blanca, medidas increíblemente delgadas, ojos claros, pelo rubio, lacio y largo, y con una estatura muy alta. Y ese era el estándar de lo que podía ser considerado como bello y deseable. 

Si bien crecimos recibiendo estos mensajes por todos los frentes y los interiorizamos y naturalizamos, muchas hemos podido reconocer el daño que nos hicieron. Hemos tomado un camino distinto de desaprender y deconstruir los paradigmas para crear espacio para otras formas de pensamiento más amables, libres y sanas.

Sin embargo, me pregunto cómo serían las cosas si nuestras sociedades hubieran tenido otra agenda y los juegos que jugábamos hubieran reproducido mensajes distintos. Me imagino cómo serían los juegos de Barbie y Polly si hubieran tenido más lugares y eventos a los que asistir, otros roles que adoptar, en donde más allá de las apariencias físicas, se valoraran otras cosas. 

Quizás en lugar de elegir entre colores de sombra de ojos, podríamos escoger entre empatía, compasión, capacidad de diálogo asertivo, o sensibilidad. En lugar de opciones de zapatos de tacón, podríamos tomar liderazgo, habilidades intelectuales o inteligencia emocional. ¿Cómo sería si en lugar de decorar la casa para una pijamada, Barbie hubiera ido a limpiar una playa, a dar un discurso sobre el medio ambiente o se tuviera que preparar para desarrollar políticas de protección para los ecosistemas? ¿Qué herramientas necesitaría ella si en lugar de ir al centro comercial, tuviera que hacer un impacto en el mundo? 

¿Qué herramientas hubiéramos querido desarrollar si los juegos hubieran sido distintos?

Aunque no podemos cambiar el pasado, podemos influir en el presente y el futuro. Es esencial que reconozcamos los estereotipos y roles limitantes que han sido impuestos y trabajemos diligentemente para eliminarlos. La responsabilidad de construir un futuro más brillante recae en todas las personas, y debemos ser conscientes de los mensajes que transmitimos a las niñas y niños de hoy.

La realidad es que no tengo idea de cómo son los juegos en línea que existen hoy en día. Espero de verdad que las cosas hayan cambiado y que las niñas y los niños puedan crecer más libres, más felices y sin recibir mensajes que les encasillen en roles y estereotipos limitantes y opresores. Sobre todo, creo que a pesar de ir lento, sí hemos cambiado y tenemos más conciencia sobre los mensajes y las estructuras que nos atraviesan como cultura y como sociedad. 

Es momento de liberarnos de todas las casillas que nos han sido impuestas, reconocer de dónde vienen y trabajar activamente para eliminarlas. La construcción de un futuro más brillante nos corresponde a todas las personas y es sumamente importante cuidar los mensajes que enviamos a las niñas y niños. Que los juegos y juguetes a los que tienen acceso sean un reflejo del cambio en nuestros paradigmas. Hay que priorizar la libertad, la empatía, el respeto, la compasión, la participación, y sobre todo, el respeto y el cuidado por nuestro planeta. Y que además de Barbie Dress-Up, puedan tener herramientas educativas que les ayuden a comprender la importancia de su papel en la construcción de un mundo mejor.

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